Cuando El Chapo nos dejó
Justo mañana 19 de enero se cumple un año de la extradición a Estados Unidos de Joaquín Guzmán, El Chapo. El capo se encuentra en una prisión de máxima seguridad en Nueva York esperando que comience su juicio, mismo que se había anunciado iniciaría en abril, y que ahora se ha postergado hasta el próximo mes de septiembre.
Desde que El Chapo llegó a los Estados Unidos se ha declarado inocente de liderar al Cártel de Sinaloa. Pese a esto, Guzmán Loera es acusado de 17 delitos por la justicia estadounidense y de introducir más de 200 toneladas de cocaína a la Unión Americana.
Son varias razones por las cuales se ha aplazado este juicio. Se había dicho que se postergaría para que sus abogados tuvieran mas tiempo para estructurar la defensa, pero en realidad es que la fiscalía de Nueva York está juntando la máxima cantidad de información sólida y está trabajando con “testigos protegidos” que le permitan armar un caso que pueda provocar una condena ejemplar a Guzmán Loera. Las autoridades han dicho que la fecha exacta del inicio del juicio de Guzmán se sabrá el próximo 15 de febrero.
¿Cómo está el caso jurídico de El Chapo?
Su abogado, Eduardo Balarezo, es de origen ecuatoriano, y ha llevado la defensa de Guzmán Loera desde septiembre de 2017. Es el mismo litigante que defendió a Alfredo Beltrán Leyva, condenado en abril de 2017 a cadena perpetua, y también formó parte de la defensa de Zhegnli Ye Gon.
La fiscalía está recabando toda la información que pueda de antiguos colaboradores y rivales del capo, narcotraficantes mexicanos y colombianos que ya estan detenidos en Estados Unidos. En dicha lista de testigos se cuentan pocos narcos mexicanos, por lo que las autoridades estadounidenses están buscando que rindan declaraciones capos colombianos que fueron socios de Guzmán.
A uno de los que se ha pedido que declare, es a Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo; en este caso la defensa de Guzmán ha pedido que se deseche ese testimonio.
Otros de los nombres que podrían integrar esta lista son:
Daniel El Loco Barrera, quien dirigía las bandas emergentes al servicio del narco; el exjefe del cártel del Norte del Valle, Diego León Montoya, apodado Don Diego; Juan Carlos Ramírez Abadía, Chupeta, integrante del Cártel de Calí, e incluso el exfiscal de Nayarit Édgar Veytia, detenido y acusado de narcotráfico en Estados Unidos.
(Por cierto, hay que poner especial atención al tema del exfiscal de Nayarit. Fueron encontradas fosas comunes en Nayarit con los cuerpos de 33 personas que, según los exámenes forenses, habrían sido asesinadas hace 6 meses en pleno proceso de cambio de gobierno estatal y poco despúes de la detención de Veytia en Estados Unidos. El exfuncionario está acusado por las autoridades de ese país de comandar una red de narcotráfico en la entidad nayarita)
El pasado 7 de enero, el juez le negó a la defensa de El Chapo conocer la identidad de los personajes que testificarán contra el sinaloense, además de concederle a la fiscalía la posibilidad de mantenerlos en el anonimato por seguridad de ellos y sus familias. De lo contrario, decían, podría haber consecuencias contra ellos y abrirse una ola de violencia y venganza en México.
Pero aunque las autoridades estadounidenses no digan abiertamente los nombres de las personas que están testificando en contra de Guzmán Loera, la fuga, la caída y la extradición de El Chapo cambiaron toda la geografía del narcotráfico en México.
Cárteles históricos se rompieron, unos cayeron, otros trataron de seguir y reposicionarse. No han faltado traiciones y se ha desencadenado la violencia.
Lejos de disminuirse, el fenómeno de la atomización de los cárteles en México ha provocado que se tengan enfrentamientos y la inseguridad se mantenga en muy altos niveles a lo largo del territorio nacional.
El conflicto más grave y estratégico se ha dado en torno al Cártel de Sinaloa, y la irrupción del Cártel Jalisco Nueva Generación, que disputa los territorios antes controlados por El Chapo Guzmán, o del Cártel de Juárez, y que ha dado paso a la lucha por el control y ha provocado muchas muertes. La defensa del capo ha negado que a través del abogado Balarezo se hayan enviado amenazas contra los posibles testigos.
Recabar las pruebas para la fiscalía no ha sido fácil. Algunos narcotraficantes importantes siguen teniendo lealtades fuertes. Un ejemplo concreto es Dámaso López, a quien se le dijo que El Chapo lo había denunciado, pero ni así quiso hablar de su “compadre”.
Hoy Joaquín Guzmán Loera espera su juicio en una celda en donde está 23 horas al día aislado, y en donde la luz siempre está encendida. Un juicio que se estaría dando el próximo mes de septiembre, a unos cuantos días de las elecciones legislativas de Estados Unidos y durante la transición del poder aquí en México.
Proceso en suspenso
El 19 de enero del año pasado, el exlíder del Cártel de Sinaloa fue entregado a las autoridades estaodunidenses para ser procesado por diversos delitos. Tan sólo en la Corte de Distrito Este de Nueva York enfrenta 17 cargos criminales.
Desde su llegada se encuentra en el Metropolitan Correctional Center, una de las cárceles de mayor seguridad de Estados Unidos, situada muy cerca de uno de los extremos -el de Manhattan- del famoso puente de Brooklyn. A escasos cien metros de la otra punta del puente, en el lado contrario del East River, está la corte federal del Distrito Este de Nueva York.
Desde su primera audiencia, el gobierno de Estados Unidos dejó en claro que buscará recuperar “al menos” parte de los 14 mil millones de dólares que, estima, obtuvo Joaquín Guzmán Loera por sus actividades delictivas entre 1989 y 2014. El titular de la señaló que por ser líder del Cártel de Sinaloa, a El Chapo se le podría aplicar cadena perpetua.
Guzmán se encuentra en una celda en el piso 10, en una unidad de segregación administrativa, es decir, bajo continua y estricta vigilancia. Además tiene impuestas medidas administrativas especiales -las que se conocen como SAM por sus siglas en inglés- que el Gobierno estadunidense impone a reos peligrosos esas medidas.
Son principalmente aislamiento y e incomunicación. Su temor es que El Chapo, de 60 años, pueda fugarse, como ya hizo en dos ocasiones en México, o seguir dirigiendo el cártel de Sinaloa desde prisión.