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Justicia llegó 40 años después a desaparecidos de la dictadura en Argentina

Nieta de víctima relata juicio en Argentina

Militares llegaban de forma soberbia a las audiencias, recuerda; uno de ellos incluso mostró ante las familias un libro titulado Volver a matar.

 

Después de cuatro décadas 29 militares que torturaron, secuestraron, mataron y desaparecieron a miles de personas durante la dictadura Argentina, incluidos los pilotos que comandaban los llamados “vuelos de la muerte”, en los que los detenidos eran arrojados vivos al mar, fueron sentenciados a cadena perpetua el 29 de noviembre.
Platicamos sobre este juicio con Ana Fernández, cuya abuela, Esther Ballestrino, perdió la vida en uno de estos vuelos, y su madre, Ana María Careaga, estuvo secuestrada todo su embarazo.

Pregunta: ¿Por qué se da este juicio y cómo se llevó a cabo?
AF: Este fue un juicio muy importante, primero porque es una megacausa: hubo otros juicios a la ESMA (Escuela de Suboficiales de Mecánica de la Armada), pero éste duró 5 años, se procesaron a genocidas por casi 800 casos, hubo al menos un testigo por caso. También es súperimportante porque por primera vez se está juzgando en este juicio a pilotos que conducían los llamados “vuelos de la muerte”, en los que tiraban gente viva al mar…

Pregunta: Entre esos estuvo el caso de tu abuela…
AF: Exacto, exacto, el de mi abuela, de las tres Madres de Plaza de Mayo que secuestraron junto a dos monjas francesas y a otro grupo de jóvenes que buscaba a sus familias, ese caso fue fundamental, porque con ese grupo se confirmó el ciclo de la muerte, porque había testigos que decían que arrojaban viva a la gente al mar, pero por los restos de los cuerpos recuperados confirmaron que efectivamente habían muerto así, entonces fue muy importante para cerrar este circuito y ahora por primera vez se condenaron a dos de los pilotos…

Pregunta: El presidente Menem les dio amnistía a estos criminales…
AF: Correcto. Estos juicios se lograron por una lucha inclaudicable de los organismos de derechos humanos que no pararon. Hubo en principio, con (el presidente Raúl) Alfonsín, el juicio a la junta (militar), que fue muy importante, pero los militares todavía tenían bastante poder, y en esa época se sacó una ley de obediencia de vida y después una de punto final, con la que se dejó libre a muchos, con el concepto de que si seguía órdenes no eran responsables. Después Menem dio el indulto y entonces ahí directamente todos quedaron libres por este indulto…

Pregunta: Me dices que llegaron con una actitud muy soberbia al juicio, pensando que no les iba a pasar nada…
AF: Sí, muy provocadores, levantando las manos, riéndose incluso cuando eran juzgados. Algunos quedaron libres, otros fueron absueltos por falta de pruebas, pero fueron pocos realmente, hay varios que tienen perpetua. Y bueno, ahora tenemos que ver los detalles del por qué, entonces ahí vamos a saber por qué algunos fueron absueltos, si son faltas de pruebas y bueno, habrá que refrendar lo que falte.

Pregunta: ¿Cómo llegaron al juicio los genocidas?
AF: Con una actitud provocadora. (Alfredo) Astiz levantando un libro, Volver a matar, y en la parte de arriba estaban sus familiares y la gente que apoya a estos genocidas y empezaron a provocar, a aplaudir. La fiscal tuvo que pedir al juez que los parara, porque es algo que no se puede hacer, y además es una provocación y una falta de respeto a los 30 mil desaparecidos y a todos los familiares que estábamos ahí…

Pregunta: A ver, tu madre, que fue torturada por estos hombres, ¿qué decía? Ella presenció el juicio…
AF: Mi mamá además de haber sido víctima y de ser hija de una de las madres desaparecidas, declaró como testigo por su madre y por su situación personal. Ella estuvo desaparecida estando embarazada de 16 años, cumplió 17 años en el campo de concentración y estaba dentro de la sala muy cerquita de todas estas personas espantosas, por ponerles algún adjetivo.

“Lo que pasa en los juicios es muy fuerte, no alcanzan las palabras. Cuando condenan a uno de los pilotos que estaba en el vuelo de las Madres hubo abrazos muy fuertes entre los que tuvimos que atravesar eso”

Ana Fernández, hija de víctima de la dictadura.

Pregunta: Uno de estos militares condenados es Ricardo Cavallo, quien estuvo en México como director del Renave, donde fue detenido… 
AF: Cavallo iba siempre durante el juicio, iba siempre a la audiencia, porque ellos tenían derecho a no ir a las audiencias, salvo para la condena, donde tenían que estar presentes todos. A todos ellos se les cumplieron los derechos a un juicio justo, tuvieron sus abogados, tuvieron sus últimas palabras, todo lo que ellos le negaron a los 30 mil desaparecidos, lo tuvieron por los crímenes de genocidio, y en el caso de Cavallo incluso dio sus últimas palabras, dio su alegato, y se le condenó a cadena perpetua.

Pregunta: Hubo un secuestrado y detenido en la ESMA que fue testigo clave. 
AF: Víctor Basterra estuvo secuestrado durante muchos años en la ESMA, era obligado a hacer trabajos, y él era el que sacaba las fotos de los militares para hacer documentos falsos, pasaportes, distintos tipos que los genocidas le pedían a que hiciera. Víctor, en algún momento, los empezó a guardar. Él tenía salidas esporádicas que le daban los genocidas, lo llevaban a la casa y lo iban a buscar, y en estas salidas Víctor arriesgó su vida llevándose escondidos en sus genitales negativos de estas fotos que les sacaba a los genocidas, las dejó en su casa y en la democracia las presentó en el juicio, primero en el de las juntas (militares) y después en los otros, y fueron importantísimas para reconocer a estos hombres, porque la mayoría estaba apanicado y no los podía ver. Entonces teníamos las fotos que probaban que habían estado ahí, fue fundamental. Imagínate lo que fue para este hombre ver a todos estos hombres espantosos que lo torturaron y que mataron a tantos compañeros, era muy fuerte, y lo mismo para el resto de las personas. Lo que pasa en los juicios es muy fuerte, porque es como que uno se encuentra ahí y hay veces en que no alcanzan las palabras. En este juicio estaba un hombre, él recuperó su identidad con 40 años y resulta que cuando mi mamá estaba secuestrada, en algún momento le ponen un vestido y otro secuestrado le dice que era de una chica a quien le decían La Lobita, que estaba embarazada y que se la habían llevado a dar a luz —después se supo que fue en la ESMA—. Esta mujer es la mamá de este hombre, pero ninguno de sus padres apareció. Cuando supo quién era mi mamá y ella supo que era él, se abrazaron sin decir nada y él no podía parar de llorar. Esas cosas son las que uno siente como cuando condenan a uno de los pilotos que estaba en el vuelo de las Madres. Hubo abrazos muy fuertes entre los familiares que tuvimos que atravesar estas cosas.

Aunque nada puede resarcir el daño causado por la dictadura, finalmente algo de justicia se pudo lograr cuatro décadas después.