Reprimidos y doble moral
Reza el dicho popular: “Dime lo homofóbico que eres y te diré lo homosexual que puedes llegar a ser”. Un legislador republicano, profundamente LGBTfóbico, dimitió después de haber sido sorprendido en su oficina sosteniendo relaciones sexuales con otro hombre de manera consensual. La opinión pública estadounidense se sacudió tras darse a conocer el caso del legislador Wesley Goodman, quien siempre había sido durísimo contra la comunidad homosexual.
Goodman se presentaba como un hombre modelo: cristiano, conservador, republicano y buen esposo, además de proclamarse como un defensor de los valores de la familia tradicional, debido a su profundo amor a la religión y sus fuertes posturas en contra de la comunidad homosexual y el matrimonio gay.
Descubierto su caso, no tuvo otra opción que la de renunciar a su cargo. Sobre todo porque su fuerza política se basa en un discurso ultraconservador.
Su esposa, Bethany Goodman, trabaja para March of Life, que es un importante movimiento provida estadounidense.
Este caso me recuerda a Jorge Serrano Limón, en México, presidente de Provida, quien, pese a representar a una organización “defensora de los valores de la familia” y de manejar un discurso radicalmente conservador y de ser humano ejemplar, se encuentra en prisión, acusado del presunto delito de peculado por más de 25 millones detectado por la Auditoría Superior de la Federación (ASF).
Durante 13 años Serrano obtuvo recursos públicos para los Centros de Ayuda para la Mujer (CAM), clínicas en las que se disuade a las mexicanas de ejercer su derecho al aborto legal, y está acusado de malversar esos fondos.
O cómo olvidar la historia del padre Maciel, quien fue acusado formalmente de incurrir en abusos sexuales contra varios miembros de la congregación y estudiantes de los establecimientos de los legionarios.
Maciel cometió abusos sexuales sistemáticos en niños y jóvenes durante muchos años.
Pero, además de todo, se pretendía que este hombre, fundador de los Legionarios, fuera santificado y ese proceso canónico se interrumpió por las denuncias en su contra.
En 2009 saltó a la luz la noticia de que Maciel era padre de una joven española. A través de un comunicado en febrero de 2010, la Legión de Cristo reconoció las acusaciones de abuso sexual a menores y se desvinculó de su fundador.
Personajes que han manejado discursos ultraconservadores y que terminan o cometiendo abusos sexuales o sosteniendo relaciones sexuales consensuadas con otros hombres los hay de todas las religiones. En 2006 Ted Haggard, un predicador evangélico, tuvo que renunciar a sus puestos tras ser sorprendido como consumidor de anfetaminas y pagar por tener relaciones sexuales con Mike Jones.
La revista Time había considerado a Haggard, de 50 años, casado y con cinco hijos, y una de las figuras más reconocibles del movimiento evangelista.
Haggard era tan poderoso y se autoproclamaba como un hombre conservador que incluso asesoró a la Casa Blanca, aunque ésta aseguró que sólo tomó parte en “un par” de conferencias telefónicas con otros líderes evangélicos, y en “una o dos” visitas al presidente George W. Bush.
Otro homosexual de clóset, quien votó numerosas leyes en contra de la comunidad gay, fue el senador republicano Roberto Arango. Un político de origen cubano quien fue descubierto siendo usuario de aplicaciones de citas gay. Además publicó una serie de comprometedoras fotografías en el portal gay Grindr.
Hubo otro caso, el de una mujer, Miriam Blasco, quien como atleta había ganado oro en judo femenino en Barcelona 92 y ya retirada formaba parte del Partido Popular español. Desde su escaño de senadora votó a favor del veto a la ley del matrimonio igualitario en España.
Años más tarde Blasco terminó contrayendo matrimonio con otra mujer, Nicola Fairbrother, la misma atleta a la que venció en pos de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos.
Se necesita mucho valor y congruencia de quienes forman parte de la comunidad LGBTTTI para aceptar abiertamente sus preferencias sexuales. Y a pesar de que ahora vivimos supuestamente en una sociedad más abierta, la gran mayoría ha sufrido muchas veces de discriminación.
Es imperdonable que exista esa segregación, pero todavía es más grave que estas agresiones vengan de personajes reprimidos que manejan un doble discurso moral, y quienes en muchos casos han obstaculizado leyes para beneficiar a esta comunidad.
Resisten a reconocer derechos
La Ciudad de México fue la primera entidad en el país, en 2009, en aprobar el matrimonio igualitario (primera foto) y en 2015 la Corte determinó que es inconstitucional cualquier código civil en el país que establezca que éste sólo sea la unión entre un hombre y una mujer, con el fin de procrear. Sin embargo, sólo nueve estados reconocen en su legislación las uniones entre personas del mismo sexo. Ante ello, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió una recomendación para que todos los Congresos locales legislen al respecto.
Es un tema al que se le rehúye. En 2016 el Presidente envió una iniciativa para reconocer en la Constitución el matrimonio igualitario y en el proceso electoral de ese año los priistas perdieron varios estados, la Iglesia lo calificó como un castigo al impulso al matrimonio gay.
Rumbo al 2018 es un asunto que no ha sido incluido en las agendas de los partidos: En el Frente Ciudadano por México no está considerado; sin embargo, el PRD aseguró que no va a haber marcha atrás en la defensa de estos grupos.
Ayer organizaciones en favor de los derechos de la población lésbica, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti e intersexual aseguraron que presentarán a los organismos políticos una agenda sobre los pendientes que se tienen con este sector y afirmaron que de no incluirlos no votarán por esos partidos.
En Estados Unidos, como en muchos países, hay resistencia a aceptar los derechos de estas personas y muchos que tienen esta preferencia sexual lo ocultan como el legislador Wesley Goodman (segunda foto), quien dimitió después de que fue encontrado en una relación homosexual.