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julio 2017

Mientras en el resto de los países de América Latina, salvo Cuba, han logrado con mucho esfuerzo —que ha costado la vida de miles— llegar a la democracia, ayer en medio de una jornada muy violenta se llevó a cabo la votación para la Asamblea Constituyente en Venezuela, un proceso convocado por el presidente venezolano, Nicolás Maduro, para reformar la Constitución promulgada por su antecesor y protector, Hugo Chávez, en 1999.

En la portada de ayer de La Razón se publicaron las más recientes estadísticas del semáforo delictivo que nos muestran que en tres estados de la república, el homicidio ha incrementado hasta en 100 por ciento, y gran parte de esas muertes está relacionada con el crimen organizado. Hablemos de Veracruz. En todo 2016, hubo 405 asesinatos. En los primeros seis meses de este 2017, son ya 709 las personas que han muerto en manos de organizaciones criminales.

Este fin de semana leí en El País una entrevista a Richard K. Jones, sheriff del condado de Butler, en Ohio. Su condado tiene 376 mil habitantes y tan sólo el año pasado registró 210 muertes de sobredosis, casi la mitad que en España, teniendo ésta una población casi 120 veces mayor. Ahora en ese condado se ha planteado que se dejen morir a los heroinómanos. El sheriff pidió a sus agentes que no lleven ni administren Narcan, un antídoto de la heroína que ayuda a revertir una sobredosis.

Hace unos días en Tizayuca, Hidalgo, siete mujeres y cuatro hombres, entre ellos dos menores de edad, fueron asesinados durante una fiesta infantil que se celebraba en una carpa colocada afuera de una casa ubicada en la calle Señor de los Milagros, número 32, del fraccionamiento Villa Milagros. Había varios niños chiquitos y cuatro de ellos salieron ilesos, pero presenciaron el multihomicidio, cuando un grupo de hombres encapuchados llegó a matar.